En esta época el machismo ni siquiera era considerado en el mundo, por lo que la mujer era tratada como un mero objeto que reflejaba la riqueza y el poder del hombre al que pertenecía. De manera que este objeto, si querías aparentar poder, debías adornarlo y procurar que tuviera la mayor cantidad de belleza física posible.
Una chica hermosa en la Edad Media, tenía que poseer algunos caracteres físicos que la diferenciaran de las demás:
Un ejemplo es su piel, representaba la pureza de la dama y además cuanto menor era su tono más resaltaba que nunca había tenido que trabajar bajo el sol, de esta manera creían que los nobles importantes tenían la sangre azul, porque la piel dejaba ver las venas.
Debían de ser rubias, porque una larga melena dorada en esa época era poco común y vistosa, además, junto con la piel representaba la pureza de la persona que la poseía.
Sus caderas estrechas dando sensación de ligereza y sus senos, acorde con la sociedad cristiana del momento debían ser pequeños.
Las manos son una parte clara donde comprobar su estamento social, así como su número de sirvientes:
si sus manos mostraban impurezas , como callos, raspaduras o cicatrices; si eran muy toscas o bronceadas, se sabía que trabajaba.
Por otro lado el Renacimiento buscaba, al igual que en la época griega y romana, el equilibrio perfecto entre miembros del cuerpo, la delicadeza de cada parte y la ligereza y fragilidad del conjunto.
El cuerpo debía ser lo mas pequeño posible pero sin romper la barrera entre lo minúsculo y lo normal, un equilibrio delicado difícil de conseguir pero fácil de romper y que únicamente era posible ver en una pintura. Esto se ve reflejado en el canon, que consiste en unas reglas de composición muy estrictas para las obras del estilo renacentista.
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